La Iglesia se está preparando para celebrar el V centenario de la evangelización de América. Ante estos cinco siglos de presencia de la Buena Nueva en el continente de la esperanza, Juan Pablo II, en su viaje apostólico a tierras de Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay, nos lanza a todos, Pastores y fieles, una vigorosa llamada para que asumamos con responsabilidad la misión de difundir la luz de Cristo. Ha sonado la hora de la nueva evangelización: nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión. El Santo Padre nos invita a recuperar el verdadero sentido de lo humano, a ser sembradores de justicia y a empeñar todas nuestras energías en la construcción de una sociedad más fraterna y solidaria. Nos urge, sobre todo, a vivir con fidelidad nuestra fe, abriéndonos generosa-mente a las verdades liberadoras que emanan del mensaje evangélico. Las abundantes y ricas enseñanzas que el Papa ha impartido en los 48 discursos que ahora presentamos marcan las líneas programáticas de este nuevo empeño evangelizador, para que, en este nuestro mundo hambriento de justicia y hambriento de Dios, todos los hombres y todos los pueblos hagan de Jesucristo el centro propulsor de sus vidas y reconozcan en él a su único Salvador, Señor y Liberador.