Fruto de un trabajo colegial que ha implicado a obispos, teólogos, especialistas en pastoral y catequesis y expertos en comunicación, esta carta se dirige a los «buscadores de Dios», es decir, a todas aquellas personas que se hallan en búsqueda del rostro del Dios vivo: los creyentes y cuantos no siéndolo advierten la profundidad de los interrogantes sobre Dios y sobre las cosas últimas.