Jesús ben Sirá finaliza su obra ―Eclesiástico o Sirácides— evocando el pasado. Los últimos capítulos del libro son una auténtica galería, una lectura de la historia. Los cuadros expuestos son numerosos y variados. Así, el autor elogia a «los hombres ilustres / a nuestros padres según sus generaciones» (Sir 44,1). El visitante puede contemplar el semblante de Noé o del sacerdote Simón (220-125 a.C.). El autor pretende que sus contemporáneos adquieran «ciencia e inteligencia» (Sir 50,27). Podemos admirar otra galería de antepasados en la carta a los Hebreos. En ella penden esbozos desde Abel hasta hermanos desconocidos y torturados (incluso asesinados) por el hecho de ser cristianos. Nuestros mayores, ¿no tendrán algo que decir a las generaciones actuales? Visitemos la Galería de ancianos, y detengámonos en el cuadro que más nos plazca.