En esta obra, Soloviev es el teólogo-filósofo de una modernidad que se transforma en posmodernidad. Con él comienza el esfuerzo de transportar la ascesis de transfiguración del monje ruso a la sociedad, a la historia, tratando de hacer ver cómo el cristianismo no puede ser ya adoración pasiva de Dios, sino obra activa con Dios. Se trata de una obra muy cercana a los grandes textos evangélicos que se compromete comentar. Explica las tres actitudes fundamentales que definen en forma clásica la existencia cristiana —la oración, la limosna, el ayuno— y el Prólogo de Juan. Habla luego del Estado y de la sociedad según Cristo, donde el perfeccionamiento personal no puede separarse de la mejora de las relaciones sociales. Una obra que en su pureza es una notable síntesis teológica y espiritual de perenne actualidad. Asume el pensamiento de la evolución, tratando de reconciliar la lectura teológica y la científica de los orígenes del mundo: las formas superiores del mundo existen antes que las formas inferiores, aunque aparecen después. La evolución produce las condiciones necesarias para su manifestación: toda la naturaleza aspiraba al hombre, toda la historia al Dios-Hombre. Vladimir Soloviev (Moscú, 1853-1900), centro del pensamiento filosófico-religioso ruso, concluyó los estudios en 1874 con la brillante defensa de su tesis Crisis de la filosofía occidental (contra los positivistas), luego completada en la obra Crítica de los principios abstractos (1880), en la que expone su teoría del conocimiento. Después de viajes por Europa occidental y la enseñanza en Moscú, fue nombrado profesor en la Universidad de San Petersburgo, donde sus Lecciones sobre la Divino-humanidad (1877-1881) tuvieron un gran éxito. En 1891 llegó a ser director de la sección filosófica de la gran enciclopedia rusa Brockhaus-Efron. Se suceden sus publicaciones mayores: Fundamentos espirituales de la vida (1882-1884), La historia y el futuro de la teocracia (1885-1887), Rusia y la Iglesia universal (escrito en francés, 1889), El sentido general del arte (1890), El sentido del amor (1892-1894), La justificación del bien (1894-1896), La filosofía teórica (1897-1899), Tres diálogos sobre la guerra, La moral y la religión y el Relato del Anticristo (1899-1900).