Jesucristo —revelación plena del amor primero, incondicionado y misericordioso de Dios a todos los hombres— trabaja siempre a fin de hacer de cada cristiano y cristiana «una misión [...] para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio» (Gaudete et exsultate, 19). Por medio de la enseñanza magisterial del papa Francisco en Amoris laetitia, Jesucristo nos llama a realizar, dentro del cambio de época que vivimos, una misión creativa hacia el prójimo que vive o experimenta la fragilidad del amor en su matrimonio o familia. Se trata de acompañarlo con «el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas» (GE 96) —irreducibles a los planteamientos del legalismo y del laxismo éticos, que son ideológicos—, ayudándolo a discernir su situación, a crecer en el camino del amor con pasos reales y posibles, y a integrarse mejor en la vida de la Iglesia, para que goce de espíritu esperanzado y de alegría en el ánimo. Esto constituye el centro del capítulo octavo de la Exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia. Sobre él giran las reflexiones de este libro. Santiago García Acuña, sacerdote, ejerce actualmente el ministerio pastoral en la parroquia de San Juan Evangelista (Torrejón de Ardoz, Comunidad de Madrid) y es profesor numerario y vicerrector en la Universidad San Dámaso (Madrid). Asimismo pertenece a la Comisión Teológica Asesora de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la CEE.