''Ocuparse de los jóvenes no es una tarea facultativa para la Iglesia, más bien es una parte sustancial de su vocación y de su misión en la historia. Esta es la esencia del ámbito específico del próximo Sínodo: como el Señor Jesús caminó con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), también la Iglesia está invitada a acompañar a todos los jóvenes, sin excluir a ninguno, hacia la alegría del amor. Los jóvenes pueden, con su presencia y su palabra, ayudar a la Iglesia a rejuvenecer su rostro. Un hilo ideal une el Mensaje a los jóvenes del Concilio Vaticano II (8-12-1965) y el Sínodo de los jóvenes (3- 28 de octubre de 2018) que el Santo Padre explicó al presentar la reunión presinodal: ''Me acuerdo del maravilloso Mensaje a los jóvenes de Concilio Vaticano II. Es una invitación a buscar nuevos caminos y seguir con audacia y confianza, teniendo la mirada fija en Jesús y abriéndose al Espíritu Santo, para rejuvenecer el rostro de la Iglesia'' acompañando a los jóvenes en su camino de discernimiento vocacional en este ''cambio de época''.