El momento actual que vive nuestra Iglesia es propicio para una relectura serena y reposada de los textos conciliares. El tiempo de recepción transcurrido puede verse como un tiempo de aprendizaje que favorece una hermenéutica realista, que se puede apoyar sobre nuevos trabajos e investigaciones [...]. En este sentido, el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia invitaba a «que en cada gran territorio sociocultural se estimule la reflexión teológica que someta a nueva investigación, a la luz de la tradición de la Iglesia universal, los hechos y las palabras reveladas por Dios, consignadas en las Sagradas Letras y explicadas por los Padres y el Magisterio de la Iglesia» (AG 22).