Dicen de nuestros hijos e hijas que son blandengues, integrantes de una generación de cristal. Sabemos que engrosan las listas de espera de las consultas de Psicología. Que se ahogan en un vaso de agua, que no toleran la frustración y que han perdido la confianza en el futuro. Todo eso se dice de ellos. Pero, ¿y nosotros? Algo tendremos que examinarnos también nosotros, los padres. ¿Qué importancia ha tenido la crianza y educación que hemos ofrecido a nuestros hijos e hijas en su manera de ser y desenvolverse en la vida?