Regresar a la infancia evangélica no es recuperar la niñez, el regalo de los pocos años o el don de la simple ingenuidad. Recuperar la infancia en la edad adulta es una tarea ardua, un empeño complicado que compromete la integridad de la vida. La opción de hacerse como niño está en consonancia con el consejo de Jesús: "Si no cambiáis y os hacéis como niños no entraréis en el Reino de Dios"; y comporta el desafío de replantearse la relación con Dios y con los demás. Atilano Alaiz, recurriendo a la Biblia como el camino expedito hacia el conocimiento profundo de los valores esenciales, comenta en este libro un rasgo singular de la espiritualidad cristiana: la infancia evangélica. Y no solo aporta reflexión, sino también testimonios: los santos, las personas de bien, son quienes encarnan mejor el modelo cabal de hacerse niño para acceder al Reino. En realidad, ser como niño es una bienaventuranza, una experiencia sabrosa. Y como todo lo evangélico, es un modo de ser y de proceder alternativo. Constituye una mentalidad que no se lleva, pero que, en el fondo, es valorada, convence y no defrauda.