Los salmos bíblicos presentan una compleja amalgama de sentimientos universales y encontrados. Sobreabundan las imprecaciones en conexión con un tiempo y una cultura determinados. Recogen la historia de un pueblo y expresan el dramatismo que vive su gente. Pero también encontramos plegarias, alabanzas, lamentaciones, súplicas... Son una referencia clara y constante a Dios. En los salmos hay historia, vida, sabiduría, religiosidad desbordante, espiritualidad, resonancias culturales, sentido didáctico... Dios aparece en el centro como interlocutor cercano en el marco de una relación de misericordia y salvación. En verdad, muchos cristianos laicos, además del clero, recurren a los salmos para orar. Estos constituyen un medio fácil y práctico de comunión con Dios. También hoy animan y potencian la espiritualidad.