Pablo se siente perseguido por los monstruos de la noche y cree que es un cobarde. Pero realmente no lo es. Ayudando a su compañero Manuel a librarse de un grupo de chicos mayores que le molestan y a Nico a superar su terror a las alturas, descubrirá que quizá los monstruos no existen o que si existen no tienen por qué aparecer si él no les da permiso para salir de sus escondites.