El Dicasterio para Doctrina de la Fe con esta Declaración, aprobada por el Papa Francisco, quiere recordar los principios fundamentales de la dignidad de todos los seres humanos, que va más allá de todas las apariencias o características de la vida concreta de las personas y puede entenderse como «infinita» (dignitas infinita). Ofrece importantes aclaraciones y elementos de reflexión para evitar las frecuentes confusiones y las violaciones graves que surgen actualmente –pobreza, guerra, trata, abusos sexuales, violencia, aborto, maternidad subrogada, eutanasia, teoría de género, cambio de sexo, violencia digital...–. Todos estamos invitados a defender la dignidad en cada contexto cultural, en cada momento de la existencia de una persona, independientemente de cualquier deficiencia física, psicológica, social o incluso moral. En este sentido, la Declaración se esfuerza por mostrar que estamos ante una verdad universal, que todos estamos llamados a reconocer, como condición fundamental para que nuestras sociedades sean verdaderamente justas, pacíficas, sanas y, en definitiva, auténticamente humanas. El Papa Francisco nos hace un llamamiento a cada uno de nosotros: «A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle».