La homilía es un arte difícil. Han de estar bien preparadas, cuidadas en todos sus detalles. Sus palabras han de rebuscar en lo profundo del Evangelio y del ser humano para que se parezcan a las palabras de Jesús, que eran hondas y transmitían esperanza, compasión, ternura de Dios, sencillez, alegría y fuerza transformadora. Las palabras de la homilía han de reflejar y traer a la memoria y al corazón otra Palabra más valiosa. Pero nunca debemos olvidar que es el Señor el que sigue haciendo los milagros. Estos comentarios a las lecturas de los domingos del año litúrgico (Ciclo B) ofrecen materiales sencillos y llanos para la meditación y la oración, tanto individual como en grupo.