Hablar de camino interior supone que la persona posee una “interioridad”, que puede ser atentida y cultivada o, por el contrario, abandonada hasta provocar su atrofia. Estas páginas ofrecen al lector una invitación a cultivar su interioridad a través de la lectura y la reflexión (en la primera parte del libro) y también a través de la práctica de ejercicios concretos (en la segunda parte). Se trata de una propuesta que parte desde la fe, se ancla en una profunda visión antropológica del ser humano y apuesta claramente por unos valores que desafían el relativismo que impera en el mundo actual. Es decir: ante las consignas que impone una sociedad materalista, frívola y descreída, esta es una propuesta valiente y prometedora.