En la encíclica ‘Laudato si’’, en 2015, el papa Francisco invitaba a colaborar en el cuidado de nuestra casa común. Cinco años después, renueva su invitación para dialogar sobre "el modo en que estamos construyendo el futuro del planeta”. Con ese fin, el 14 de mayo de 2020 el Papa convoca a un encuentro mundial en el Vaticano titulado “Reconstruir el pacto educativo global”. Echando mano de los “bergoglismos” que en otras ocasiones nos han animado a ‘balconear’, ‘primerear’, ‘alfarear’ o ‘misericordiar’, el autor se atreve a resumir la intención de dicho pacto educativo global como una invitación a ‘futurear’.Francisco no quiere hablar de nuevas corrientes pedagógicas, de los desafíos de la cultura digital o de inteligencias múltiples. Lo que le preocupa es la construcción del futuro del planeta, una nueva solidaridad universal, una sociedad más acogedora, dinámicas que den sentido a la historia y la transformen… Desde ese horizonte de transformación global, el Papa vuelve su vista a la educacion preguntándole por su contribución a un cambio planetario: “Cada cambio requiere de un camino educativo”.Este libro quiere responder al pacto educativo global desde la perspectiva concreta de la educación preuniversitaria, y más específicamente, desde la escuela católica.La pregunta radical que la escuela católica debería hacerse en la dinámica de una alianza educativa global que busca construir un mundo mejor es: ¿qué perdería el mundo sin su presencia? La respuesta es evidente: perdería ciudadanos –hombres y mujeres– competentes configurados samaritanamente, y esto significa un mundo peor.No se puede construir un mundo en clave de humanismo solidario sin tener en cuenta las enseñanzas pedagógicas del buen samaritano. Como tampoco se puede construir una humanidad más fraterna prescindiendo del relato de filiación universal que vehicula el relato creyente de Dios Padre-Madre.El gran reto de la escuela católica es articular curricularmente sus relatos de sentido para que fermenten la masa de un mundo nuevo.