¿Quién es Jesucristo para nosotros hoy? ¿Dónde lo encontramos? ¿Qué nombres o títulos le otorgamos? La figura de Cristo que nos presenta L. Boff ha nacido de unos profundos estudios de exégesis, historia de los dogmas y antropología. Y especialmente su humanidad es vista a una nueva luz, porque fue en esa humanidad, y no a pesar de ella, donde Dios se manifestó. Por eso, a Dios no se le puede encontrar fuera del hombre-Jesús, donde se han revelado el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Esta base antropológica permite a L. Boff aproximar nuestra realidad y nuestros más fundamentales anhelos a la figura de Jesús, con esa vivacidad y esa inmediatez con que brilla en los evangelios. Consiguientemente, esta cristología ha nacido de abajo, de las raíces de la vida humana y del ansia de liberación. El Cristo que surge a lo largo de la obra es un ser libre y liberado que nos llama a todos a una total apertura de nuestro ser, hasta llegar a extrapolarnos en Dios. Su historia es la historia del amor en el mundo. Resucitado, sigue viviendo en el mundo de un modo invisible, pero no ausente: incógnito, pero no inactivo: sufriendo con la humillación de sus hermanos, y creciendo con la liberación del hombre para sí mismo, para los demás y para Dios. Porque, aunque él ya haya alcanzado su meta en Dios, sigue esperando y sigue teniendo un futuro mientras nosotros, sus hermanos, no hayamos logrado la plena liberación y transfiguración de la realidad, con él la logró.