La lucha actual del pueblo salvadoreño no tiene explicación si no se tiene en cuenta la madura evolución de la conciencia de las masas campesinas, de las que don Lito (nombre imaginario de un personaje real) resulta un exponente altamente significativo. La participación organizada del campesinado salvadoreño en la lucha sindical, en la lucha política y, definitivamente, en la lucha armada de estos últimos años -recogiendo la herencia del combate de los años treinta-, es la que ha conducido a la actual guerra de liberación en la que tantas esperanzas tienen puestas los pobres, no sólo salvadoreños, sino los de toda Centroamérica. Y en la evolución de esta conciencia ha sido decisiva la aproximación correcta al evangelio de Jesús, a la buena noticia que él anunció a los pobres y que en tantas ocasiones históricas ha sido secuestrada por los ricos y los farsantes de la religión. Es cierto: la lucha de liberación salvadoreña nace, en gran medida y en amplias zonas del país, del mensaje liberador del evangelio. En una larga conversación con María López Vigil (que tanto y tan en propia carne conoce del dolor y del terror que imperan en aquella atormentada zona del mundo), don Lito nos cuenta cómo la fe puede llegar a hacerse martirial, es decir, testimonio vivo y eficaz de la memoria de aquel Jesús al que se dirige el sordo clamor de millones de hombres que piden una liberación que no les llega de ninguna parte.