El mundo de los adolescentes es un mundo lleno de contradicciones y de preguntas (formuladas en forma de ocurrencia, de bravata o de "pata de banco"...) que asombrarían a muchos padres que no ven en ellos a quienes han dejado de ser niños, pero que el "animador" ha de saber captar al vuelo y descifrar. Para ello el animador, ante todo, ha de estar con los adolescentes, vivir con ellos, hablando y escuchando, viendo cómo viven y descubriendo cómo cambia él mismo: marchando con ellos a su mismo ritmo, aceptando y compartiendo sus símbolos... como un compañero más. Pero, al mismo tiempo, ellos esperan de él que sea el adulto que les anime a llegar más lejos en su búsqueda y esté dispuesto a aceptarlos con toda su riqueza y personalidad. A este fin, el presente libro propone una serie de técnicas de animación sencillas y que no pasan de ser simples medios, pero que parten de experiencias ya realizadas y contrastadas. Por ello tienen la ventaja de indicar los efectos conseguidos, las dificultades que pueden presentarse y las posibles variantes que cada una de las técnicas permite, así como la reflexión que pueden suscitar por parte de los animadores. Y todo ello con un sentido fundamentalmente pastoral que permita el crecimiento en la fe tanto de los adolescentes como de los propios animadores. Las técnicas que se proponen, repetimos, son muy sencillas y no requieren grandes medios. Lo que sí exigen es un pequeño esfuerzo y grandes dosis de imaginación.