En repetidas ocasiones, en diversas latitudes y longitudes, he tenido ocasión de exponer unas sencillas reflesiones bíblicas sobre la Eucaristía. En ellas comunicaba la experiencia de quien estudia la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento, y quiere vivir la Eucaristía. Me sorprendía el interés con que eran recibidas. ¿Por alguna novedad que aportara el punto de vista bíblico? ¿Por el amor a la Eucaristía y el deseo de penetrar siempre más en su misterio? Ahora que cumplo cuarenta libros de edad en activo, he querido celebrarlo con mi ofrenda minúscula. Como en un ofertorio, quiero llevarla acompañando a los dones sencillos del pan y del vino: pues también mis reflexiones son fruto del atierra y del trabajo del hombre. Espero que reciban un toque de gracia de dicha compañía, que pueda compartirlas con los hermanos con quienes comparto la Eucaristía, que les caiga la bendición final trinitaria como prenda de fecundidad.