El universo de la publicidad nos propone una verdadera cultura del deseo, porque no sólo publicita unos productos, sino que vende un mundo de valores y actitudes vitales y organiza de una determinada manera nuestras formas de desear y el modo en que podemos llegar a satisfacer nuestros deseos. Pero el deseo nunca se acaba, ni siquiera con la posesión de lo deseado, porque el deseo de cosas siempre orienta hacia el deseo de personas. Por eso podemos dejarnos iniciar en una cultura del corazón que dé cauce a los deseos, reconociéndolos dignos. La idolatría del deseo es la perversión de éste y es fruto del mal: el deseo no se puede convertir en un tirano que esclavice, revelándonos una grieta en lo más profundo de nuestro ser. Creemos que existe una lectura cristiana de la dinámica de los deseos: pasar, de la compulsión de los mismos, a la integración en un Deseo mayor. Y creemos también que el cristianismo no es un camino de negación del deseo, sino una verdadera oferta de salvación y rehabilitación del deseo. Dios mismo nos hace desear y reorientar y acoge los deseos del corazón. La ascesis cristiana nos enseña a identificarnos con la dinámica de nuestros deseos, pero desde la libertad frente a los objetos mismos de nuestro desear. Únicamente en el éxodo del deseo, del eros al ágape, se puede disfrutar el verdadero dinamismo liberador del deseo. Jesús es el Seductor del corazón humano que nos atrae y nos hace más ricos de nosotros mismos y capaces de aspirar a la plenitud desde la confianza en la fuerza humana del desear.XAVIER QUINZÁ LLEÓ (Valencia, 1946) es miembro del Instituto "Fe y Secularidad" (Madrid) y Director del CEM/Centro "Arrupe" de Valencia, profesor de Teología Fundamental en ESTELA (Escuela de Teología para Laicos) y profesor invitado de la Facultad de Teología de la Universidad Comillas y del Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales (ILADES) de Santiago de Chile.