Todas las culturas y cosmovisiones han de preguntarse qué tipo de hombre promocionan y qué esfuerzo realizan para descubrir y realizar los derechos humanos. El problema es cuando una cultura entre otras quiere imponerse como universal (globalización) sin preguntarse por los elementos indispensables que la harían verdaderamente tal, por humana (mundialización). Todos tenemos la responsabilidad de colaborar en esa búsqueda de la conciencia universal y humana. Por ello, uno de los hilos conductores que animaron el debate recogido en este texto (fruto del último seminario de Cristianisme i Justícia) fue el análisis y las consecuencias de la imposición de la globalización en curso desde los aspectos económicos, sociales, políticos y culturales (así como los procesos de exclusión e intolerancia que genera) y la necesidad de transformarla en una mundialización que aspire a la unidad frente a la uniformidad, y al encuentro y el respeto de lo diferente frente a la conquista. Un diálogo que ha de comenzar por la crítica de la propia tradición, en la que se incluye la autocrítica del etnocentrismo. Todos los participantes en el seminario observaron el mundo presente con los ojos y desde los intereses de esa parte de la humanidad que sufre los efectos negativos de la globalización. Desde esa perspectiva, todos subrayan la importancia del diálogo entre tradiciones laicas de la emancipación humana y tradiciones de raíz religiosa. Ello hace especialmente oportuno este libro.