La sexualidad es un fenómeno complejo y plurivalente. Lo que a primera vista aparece como una pulsión única tiene otros múltiples contenidos y condicionantes. Es una fuerza enraizada en los mecanismos biológicos, pero penetra también en los niveles psíquicos y afectivos de la persona. Aparece hacia fuera como una decisión libre que el sujeto realiza, y está al mismo tiempo orientada por otras fuerzas ocultas e inconscientes no siempre conocidas. Se configura hacia un determinado proyecto, en función de la opción de cada individuo, y queda a la vez condicionada por el ambiente social, que impone con fuerza sus pautas y mensajes. Utiliza el mensaje del amor y la ternura y desencadena, por otra parte, agresividades más profundas. Busca la comunión, pero muchas veces no respeta la diferencia, imprescindible en cualquier encuentro. Se siente como una atracción instintiva y requiere el mundo de la emoción. Revela la finitud del ser humano y despierta la omnipotencia infantil, que no reconoce límites. Es consciente de su vacío e impotencia, pero juega con la ilusión, que nunca queda satisfecha. Es un lugar para el gozo, la fiesta y la alegría, y puede caer también en la tristeza, en el dolor o en el fracaso. En un mundo tan pluralista como el nuestro, donde el sexo se manifiesta de formas tan diferentes, el autor ha querido fundamentar la ética a partir del simbolismo profundo de la sexualidad humana. Se trata de saber hacia dónde orientamos esa pulsión, qué significado le damos y cómo actuar en consecuencia. Su lectura ofrece una visión de la sexualidad que supera las limitaciones de épocas pasadas y ayuda a hacer frente a las nuevas ideologías que parten de otros presupuestos.