Durante doce meses, tuve la fortuna de poder decir unas palabras para cada día del año ante los micrófonos de Radio Renascença, porque tenemos necesidad de palabras-fuerza y de palabras-luz para nuestra vida. Hay palabras que son como saetas que nos atraviesan, y otras semejantes a semillas que se lanzan y se reciben, esperando que den fruto. En el aire flota siempre una pregunta: ¿qué hacer con este día? Y todo puede depender de un don secreto, del impulso y la motivación suscitados por las palabras que se nos dirigen. Hay una enorme sabiduría en vivir cada día como si fuese el primero, y una inmensa felicidad en vivirlo como si fuese el último. Y ambas cosas son posibles al mismo tiempo. El mundo está lleno de sorpresas que nos ponen en camino. Como aquel niño que miraba fascinado a su padre, el cual le decía: "¿ves aquello de allí tan grande y tan alto? Es un árbol... Pues bien, de aquí -prosiguió mientras enterraba una semilla- va a nacer algo como aquello". El niño abría la boca lleno de admiración, a la vez que sonreía. Y creyó. No es que tuviera lógica, pero se lo decía su padre.Vasco Pinto de Magalhaes, sj