En el contexto de la Gran Guerra (1914-1918), el papa Benedicto XV fue uno de los líderes mundiales más significados en defender una paz justa, universal y duradera. Desarrolló una acción diplomática centrada en la protección de los más indefensos en esta macabra carnicería. Puso el enfoque en la salvaguarda de los prisioneros de guerra, las viudas que quedaban desamparadas y en el futuro de los cientos de miles de hijos huérfanos y hambrientos. Su acción diplomática se vió confirmada más tarde por los primeros organismos internacionales, así como por la incorporación para siempre de la paz a la Doctrina Social de la Iglesia.