¿Has alguna vez pensado en lo profundamente simbólicos que somos como seres humanos? Vivimos, pero también sabemos que estamos destinados a morir. Sin embargo, incluso en los momentos más difíciles, cuando estamos heridos o enfermos, todavía somos seres llenos de vida y abundancia. La unción de enfermos es (o podría ser) el sacramento más vital de cuantos celebramos, justamente porque su lugar "natural" de celebración siempre es un momento entre la salud y la enfermedad. Como la misma vida, tal como se celebraba en los primeros siglos, en medio de la cotidianeidad, como una profunda experiencia creyente acompañada. Celebrar la unción de enfermos es, sin duda, una de las experiencias más intensas que un cristiano puede hacer. Es dejarse ungir, untar de aceite, masajear simbólicamente en nombre de la comunidad y de Dios mismo.