¿Por qué bautizarse hoy? ¿Por qué creer en Jesucristo? ¿No basta con pensar, sentir, amar y actuar desde cualquier ideología, cultura, religión o ética que promueva el compromiso con el prójimo? Para muchos, el bautismo es solo la prueba de que el proselitismo cristiano ha tenido éxito. Y para quienes ya han sido bautizados, apenas sí interesan algunos de sus elementos: la historia del sacramento, sus problemas dogmáticos, las implicaciones o las exigencias pastorales que conlleva hoy… Sin embargo, tal vez convendría empezar a contemplar el bautismo desde una perspectiva más existencial y menos técnica, más espiritual y menos sociológica, más integradora y menos racionalista. Justamente aquí viene en nuestra ayuda su liturgia, es decir, la forma como innumerables personas lo han celebrado a lo largo de la historia en Oriente y Occidente. De hecho, basta con dejar hablar al rito bautismal para que aflore la novedad de vida que genera, el cambio radical que implica y la sorprendente incorporación a una comunidad de creyentes que no se desentienden de la marcha de este mundo ni de los hombres y mujeres que lo integran.