«El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia» (Juan Pablo II, 29.XI.1980). Por consiguiente, es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y las exigencias de la familia. Quienquiera que se comprometa con el mañana de forma realista y eficaz –subrayó con insistencia el beato Juan Pablo II, y recuerda con igual exigencia S.S. Benedicto XVI– ha de ser consciente de que la empresa más importante a llevar a cabo tiene por objeto la familia. La familia es mucho más que una unidad jurídica, social y económica. Hablar de familia es hablar de fe y de vida, de educación, de transmisión de valores y de tradiciones; es hablar de amor, de solidaridad, de acogimiento y compañía, de estabilidad personal y social; es hablar de una comunidad de generaciones, que comprende no solo a padres e hijos, sino también a los abuelos y antepasados.