La condición de persona expresa sublimidad en el ser y en el obrar. En este sentido, para una adecuada comprensión del hombre y de aquellas dimensiones que le constituyen como persona, es de vital importancia estudiar su naturaleza y su ser. Ahora bien, el principio del ser y las operaciones del hombre es el alma, tema que aquí se estudia a la luz de los principios aristotélico-tomistas. Santo Tomás eleva los principios aristotélicos y los prosigue con su descubrimiento del acto de ser, lo cual da una especial hondura a la consideración del alma humana. En el presente libro se abordará todo aquello que se asienta en la naturaleza del alma: las facultades –especialmente las espirituales– y las virtudes que las perfeccionan. Pero es en la inmortalidad donde se activa propiamente la ordenación del alma a lo trascendente. A través de las demostraciones y de una primera descripción de la inmortalidad como propiedad de la esencia, continuaremos nuestro camino hacia lo más hondo del espíritu. Allí, en el mismo ser del alma, descubrimos la inmortalidad en su sentido más alto, a saber, la sempiternitas in essendo y, con ella, la libertad como actividad trascendental, el autotrascendimiento radical, la destinación a lo trascendente… y, así, al mismo Dios.