De formación principalmente científica, Charles S. Peirce conjugaba sus actividades de investigación con un profundo interés por la lógica y la filosofía. Aunque puede parecer que sus intereses estuvieron siempre alejados del arte, dejó importantes pistas sobre la creación humana, y la estética llegó a convertirse al final de su vida en la clave de su pragmaticismo. Este libro explora las conexiones biográficas y teóricas de Peirce con la estética, y analiza qué puede aportar el pensamiento peirceano a la comprensión del fenómeno artístico. La peculiar estética de Peirce no se reduce a una mera teoría del arte sino que se convertirá en la ciencia normativa por excelencia, orientando al ser humano hacia aquello que ha de ser buscado por sí mismo, y proporcionando un peculiar equilibrio entre lo sensible y lo racional, entre lo material y lo trascendente.