En los capítulos que componen este libro se establece un rasgo común entre los filósofos y los teólogos de la tradición islámica: el recurso a la lógica aristotélica como una herramienta que ayuda a situar el lugar epistemológico de las creencias religiosas y, además, funciona como un método que permite analizarlas, interpretarlas e incluso proponer el modo en que deberían entenderse. La lógica aristotélica se presenta así como un instrumento que no necesariamente entra en conflicto con el ámbito de las creencias religiosas sino que contribuye, más bien, a situarlas dentro del enorme universo de nuestras creencias, así como a determinar el papel que juegan en ámbitos como el ético, el social y el político.