¿Es legítimo separar la religión de "lo público", como si su locus específico se encontrase en las prácticas de culto, más allá del cual no existiría "religión"? ¿O se deberá reconocer, trascendiendo cualquier subordinación a la disciplina del Estado, que ningún aspecto de la vida escapa del factor religioso por ser algo constitutivo de la naturaleza humana? El autor del presente ensayo, Roberto Esteban Duque, analiza estos interrogantes, primero a través de un estimulante recorrido histórico, constatando la separación del poder de toda amarra trascendente, consecuencia de un largo proceso de secularización, para exponer después el pensamiento de Alexis de Tocqueville, que destacará la productiva utilidad de la religión, y de Jürgen Habermas, para quien «en un mundo postsecular no podemos actuar tan fácilmente como si Dios no existiera.