La educación necesita a docentes ilusionados que consigan ilusionar, con felicidad y bienestar suficientes para poderlo contagiar. Pero ¿tiene el docente las herramientas necesarias para mantener en equilibrio esa actitud pese a las tempestades? ¿Se está asegurando el sistema de cuidar el estado emocional de quienes pretende que lo transmitan a las futuras generaciones? A lo largo de este libro, se argumentará cómo la actitud ilusionada e ilusionante de los docentes repercute en su labor como profesionales. La experiencia de un “maestro ilusionado”, contada en primera persona, puede servir de inspiración a otros docentes.