La trayectoria vital de Manuel Casado es un buen ejemplo de ese poder transformador de la educación. Como docente, como investigador, como compañero de claustro, como hombre de gobierno, su tarea ha sido fecunda porque para él lo prioritario han sido las personas. Con su talante servicial y su espíritu magnánimo, Manolo es ese amigo leal cuya disponibilidad no tiene límites, siempre con la rama preparada para la rosa justa, que diría su admirado Juan Ramón. Nada más natural y justo que ahora, cuando se le rinde homenaje en su despedida como profesor, la bonhomía de Manuel Casado coseche tantas muestras de agradecimiento y amistad, como la que tiene el lector entre sus manos. Del prólogo escrito por Alfonso Sánchez-Tabernero, rector de la Universidad de Navarra