Si bien es innegable que Tomás conoce y recoge la poderosa fecundidad de la filosofía del viviente de Aristóteles, no es menos cierto que esa asimilación es operada desde sus propias categorías metafísicas y teológicas, y que en ella se integra también la hondura de la tradición neoplatónica. El resultado es una auténtica resolución del vivere en el acto de ser, en la que la noción de vida es depurada de los elementos que le son accesorios, para revelar su auténtica faz ontológica, susceptible de una realización analógica.