Estas páginas desean servir para aprender a amar. Para eso es muy importante empezar por descubrir el amor con el que Dios nos ama. Preguntarnos, como San Agustín: ¿qué eres tú para mí, Señor?, y ¿qué soy yo para ti? Desde ese conocimiento sentiremos más intensamente el deseo de corresponder: amor con amor se paga; un amor a Dios eficaz y el amor a nuestros hermanos: las dos caras de una misma moneda. Hemos sido creados por amor y para amar. Seremos felices y nuestra vida alcanzará su perfección cristiana en la medida que amemos y seamos amados. El amor a Dios y el amor humano van más allá del mero cumplimiento de unas normas u obligaciones, porque la felicidad está en hacer feliz de aquel al que se ama.