La ética o moral no es un prontuario de respuestas a problemas morales, ni una técnica para elaborar reglas con las que controlar nuestras acciones mediante un saber pericial. Decidimos y actuamos desde nuestro carácter, sobre la base de la clase de persona que somos, no a fuerza de aplicar con pericia esquemas aprendidos. Por esto, la moral no puede tener otro sentido que invitarnos, que darnos razones para que procuremos adquirir un carácter virtuoso.