La filosofía del lenguaje ha constituido el centro de la discusión filosófica en lengua inglesa a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, convirtiéndose en uno de los focos de atención de la filosofía analítica dominante desde los años sesenta en las Universidades angloamericanas. Frente a quienes sostienen que la filosofía analítica ha muerto, asistimos en las últimas décadas a una profunda renovación de esta tradición. El influjo del pensamiento maduro de Ludwig Wittgenstein y el de Charles S. Peirce y la tradición pragmatista norteamericana han resultado decisivos para una notoria recuperación de la unidad de la filosofía y de la responsabilidad propia del trabajo filosófico, a las que habían renunciado los herederos del Circulo de Viena. Se trata de una transformación pragmatista de la filosofía analítica en la que el papel que durante décadas fue asignado a la lógica es asumido ahora por una aproximación multidisciplinar que la filosofía está llamada a articular. En esta línea en la sección final de La renovación pragmatista de la filosofía analítica se da cuenta de las relaciones de la filosofía del lenguaje con la lingüística, la teoría de la comunicación y la semiótica, la psicología y la ciencia cognitiva, y se esboza el enfoque pragmatista que está surgiendo con inusitada fuerza en el momento presente.