Por Pamplona. Rincones del tiempo desfilan personajes e historias, ríos y edificios, plazas y esculturas, estaciones y bares, árboles y aves, comercios y conventos, libros y cines, parques y bares, clubes de fútbol y viejos frontones: hilos de una trama urbana que configuran la historia pespunteada de la ciudad, en palabras del cronista que la aprecia y la siente propia. Lugares que envejecen y declinan y otros en los que el tiempo se ha quedado anclado en la añoranza de una lozanía perdida. Sostuvo Baudelaire con razón que la forma de una ciudad cambia más que el corazón de un mortal. He aquí una ciudad que se transforma, a veces a velocidad de vértigo, y un mortal cuyo corazón permanece leal a los recuerdos. Es la ciudad interior de un pamplonés que la escribe de modo magistral con la pluma de los afectos y de los sueños, y nos brinda el placer de acompañarlo en su entretenido paseo por estos rincones del tiempo. (Del prólogo de José María Romera).