En el pasado la razón de ser del líder se basaba, casi exclusivamente, en satisfacer las necesidades de los accionistas de su empresa. Ello provocaba frecuentes conflictos con otros grupos de interés: empleados, proveedores, clientes y comunidad. Con frecuencia el liderazgo se convertía en un ejercicio de poder. ¿Qué mueve finalmente a un accionista, un cazatalentos o un consejero a la hora de seleccionar al máximo responsable de una entidad? ¿Qué valora realmente un director general a la hora de confirmar en su puesto a un miembro de su equipo directivo?... En definitiva, ¿qué cualidades personales tienen más peso en los diferentes grupos de interés a la hora de valorar el desempeño de un profesional de alto nivel en una organización?