La filiación divina constituye el fundamento de toda relación con Dios. Esa es la oración que Jesús enseña a sus discípulos, al explicarles cómo orar: el Padrenuestro. Pero, ¿qué idea podemos formarnos de Dios como Padre? ¿Una idea de ternura? ¿O más bien de respeto, o incluso de temor? El autor, a principios del siglo XX, acude a los escritos de Teresa de Lisieux para desarrollarlos y mostrar al lector la grandeza y hondura que esconden. La joven carmelita francesa es, por este motivo, una de las grandes santas de la historia de la Iglesia. El Padre Gabriel Martin, de los misioneros diocesanos de la Vendée (Francia), escribió este breve tratado poco después de la muerte de Teresa de Lisieux, y fue publicado en castellano en 1924. La joven carmelita fue beatificada un año antes por Pío XI. Este mismo pontífice la canonizará en 1925, y en 1997 Juan Pablo II la nombrará Doctora de la Iglesia