Novalis expresa aquí su nostalgia por la unidad que llegó a alcanzar la Europa cristiana. Escribió este ensayo en 1799, cuando la Ilustración y la Revolución habían transformado el paisaje político y espiritual del continente, poniendo a prueba sus raíces. Goethe se opuso a su publicación, que vio finalmente la luz, póstuma y recortada, en 1826.
La crítica ha dicho:
«Si se quiere dar con la esencia del Romanticismo, en cualquier estudio histórico, hay que leer a Novalis. El romanticismo naciente no el que luego se hizo moda y se convirtió en un tópico trivial. […] Recomiendo la lectura de un autor tan neto, puro e ilusionado. En estos tiempos, un revulsivo.»
Rafael Gómez Pérez,Aceprensa