Nuestro cerebro humano es un cerebro con corazón, que se va moldeando por la experiencia. Por eso se dice que el parto siempre es prematuro, pues necesita acabarse en el contexto de la familia.
Desde la biología, la autora aborda las repercusiones internas de los malos tratos, la distribución de funciones cerebrales según el sexo, el vínculo de apego mutuo entre el recién nacido y sus padres, y defiende cómo la evolución humana crecerá en humanidad en la medida en que se afiancen los vínculos familiares, que permanecen imborrables en el corazón del cerebro.