El ansia de adaptarse a las nuevas épocas confunde la necesidad de lo nuevo con la ruptura de lo viejo, creando desequilibrios que alteran el natural discurrir de las cosas. Nuestros avances no solo ponen en peligro a especies en extinción, sino también nuestro propio equilibrio social. El autor, en un sugerente ejercicio de ecología social, invita a recuperar esas esencias en la economía, el trabajo y la educación, los valores y la necesidad de referentes ideológicos, en una sociedad donde lo equilibrado ha quedado peligrosamente desprotegido.