Ferdinando Rancan, sacerdote italiano octogenario, impregna de infancia espiritual su contemplación del Evangelio, la adoba con su fantasía -eso sí, sin forzamientos arbitrarios que alteren la realidad histórica-, y ofrece un relato brioso y entrañable de la vida pública del Señor y de los últimos años de la Santísima Virgen, con el que acerca y hace más amable al lector las figuras de Jesús y de María.