¿Alguien nos dijo alguna vez que reír, acariciar, jugar o compartir son imprescindibles para educar personas emocionalmente fuertes? ¿Nos explicaron que los espacios son educativos cuando son luminosos, están en contacto con la naturaleza y permiten el movimiento? La alegría es una emoción imprescindible para el desarrollo pleno del niño o niña. Sin alegría no hay exploración, intimidad, encuentro, crecimiento, protección o resiliencia. Ni, sobre todo, valor. Quienes educamos queremos impulsar personas plenas y felices. Y nos hacemos responsables de nuestro papel en ello. Pero nuestra historia afectiva, nuestra memoria corporal y nuestros propios miedos son la base del “cómo” educamos. Y esa parte no siempre queremos mirarla. Este libro recoge estrategias concretas para cultivar la alegría como una opción consciente en la educación de los niños y niñas, tanto en sus familias como en los centros escolares y de protección. Y hacerlo de forma sistemática y cotidiana, no pasajera. Porque se puede elegir la alegría con consciencia y de forma realista. No se trata de brindar una visión ingenua de la vida a los niños, niñas y adolescentes, sino de cultivar su fortaleza emocional para que puedan asumir su libertad y afrontar la vida de forma consciente, positiva y valiente.