Herman Melville (1819-1891) diseñó personajes y situaciones que funcionan en diversos planos literarios y alegóricos, filosóficos y realistas. Dentro de su narrativa, las tres obras conjugan magistralmente algunos de los elementos más característicos de su estilo: la omnisciencia del narrador, las perspectivas contrastadas y las bruscas rupturas formales. Todo ello se combina en un modelo único de indagación metafísica sobre los efectos aniquiladores para el ser humano de la opresión y el aislamiento.