A todos nos gustaría hallar en los evangelios más noticias sobre la vida de la Virgen. El Espíritu Santo, por medio de los evangelistas, ha querido revelarnos solo algunos detalles; los suficientes para que nuestra gratitud y devoción a María de Nazaret pueda desarrollarse como un riachuelo que, nacido entre peñas, poco a poco se convierte en una gran corriente de agua dando vida a los parajes por los que discurre. Gracias al estudio de los exégetas y a la oración contemplativa de muchas almas santas, esos pasajes se han convertido en una corriente fecunda, que hace florecer la vida cristiana en todos los lugares donde se honra a la Madre de Dios y Madre de los hombres. En el último siglo, bajo la guía del magisterio de la Iglesia, el conocimiento y amor a la Virgen ha crecido impetuosamente entre los cristianos. En la medida en que tratamos a Nuestra Señora, descubrimos que es la senda más directa, rápida y segura para llegar a Cristo y, por Cristo, con Él y en Él, al Padre y al Espíritu Santo. Estas páginas se proponen animar al lector a que él mismo haga este descubrimiento. Ya el título, tomado de la tradición de la Iglesia, lo dice todo: “Ad Iesum per Mariam”, a Jesús se va —y se vuelve, si se tiene la desgracia de perderle— por María.