El paciente y generoso trabajo de Stephan v. Kempis, recopilando e introduciendo textos del papa emérito Benedicto XVI que hacen directa referencia a las Sagradas Escrituras, y que también aparecen citados por extenso y ordenados según la cronología bíblica, permite al lector de este libro una relectura de la Palabra de Dios orientada por la versátil y profunda interpretación de Joseph Ratzinger, uno de los grandes teólogos y pastores de la Iglesia de todos los tiempos. La fidelidad a la palabra bíblica permite al papa una simbiosis total entre pensamiento teológico y propuesta apostólica. No hay reflexión que no tenga un carácter práctico implícito y evidente para los que le leen o le escuchan, porque en multitud de ocasiones lo que aquí se publica ha sido recogido de la predicación del papa en muy diferentes actos litúrgicos y encuentros con los fieles. Desde el Génesis al Apocalipsis, el volumen que ahora ofrece Ediciones Cristiandad queda dividido en dos grandes bloques: el dedicado al Antiguo Testamento (los cinco libros de Moisés, libros de la historia de Israel, libros de la Sabiduría y los Salmos, y libros de los profetas), y al Nuevo Testamento (los evangelios, los Hechos de los apóstoles, los escritos de Pablo y las cartas pastorales), textos que Benedicto XVI trae a colación una y otra vez para invitar y preparar al creyente al encuentro personal con Jesús, culminación de toda la historia de la salvación en la que seguimos caminando con la ayuda del Espíritu Santo. Pero la presente edición queda enriquecida, si cabe, con una reflexión excepcional de Pablo Blanco Sarto, profesor de la Universidad de Navarra, filólogo, teólogo, especializado en ecumenismo y en hermenéutica, y uno de los grandes conocedores de la obra de Benedicto XVI. Blanco reconoce (Presentación, págs. 9-38) la centralidad de la Sagrada Escritura en toda la trayectoria de Ratzinger, y recuerda que precisamente en su Alemania natal nació la reforma luterana, a cuyos presupuestos se ha enfrentado con toda su contundencia intelectual el papa emérito, buscando en todo momento un diálogo riguroso con los teólogos protestantes, a los que siempre ha pedido que afronten que “la cuestión verdadera es la presencia de la Palabra en el mundo”. Palabra “viva” y actuante en la historia concreta de los hombres, que no puede ser reducida por los presupuestos puramente filosóficos del método histórico-crítico, si bien ha de estar abierta a la luz de la ciencia. Esta “crítica de la crítica” que ha orientado el honesto esfuerzo intelectual de Ratzinger desde sus primeros años universitarios, que el profesor Blanco destaca, nos permite hacernos cargo de la valentía y rigor con que el papa emérito ha defendido la tradición como inseparable de la actualidad, así como la dimensión eclesial para “entender en profundidad el texto revelado”.