José custodió el cielo en la tierra. Fue el rostro del Padre para Jesús y del Esposo para María. En la vocación escondida de José se encierran todas. Su silencio dificulta conocerle. Su humildad desvía las miradas y los corazones hacia Jesús y María. El acceso a su alma tiene que hacerse entonces a través de la contemplación. Y es lo que se pretende en este breve texto. Contemplar a José oculto, silencioso, humilde pero también fuerte, decidido y valiente. Confiarnos a su sabiduría y su poder intercesor. Profundo José, del que se aprende la fe, la oración, el silencio y la ternura. Un libro para rezar con José y mirando a José. Si toda vida es un peregrinaje de vuelta a la casa del Padre, la de san José lo es de modo eminente , patrón de la buena muerte.