Cada vez más gente renuncia voluntaria y premeditadamente a tener hijos. No solo uno o dos, sino ninguno. Y este ninguno tan novedoso como significativo es, precisamente, el objeto de este libro, ya que la desaparición de los hijos en nuestras sociedades está alterando silenciosamente la estructura misma de la vida humana, sin que nadie parezca percatarse de ello. Con lucidez intelectual, esta obra muestra cómo este suicidio demográfico de renuncia a la paternidad y maternidad supone una transformación inédita y empobrecedora de las riquezas milenarias de nuestra realidad vital y social, extinguiendo también la figura de los hermanos y abuelos. Una cultura de “no hijos” que se desarrolla en medio de un extraño silencio que evita hablar públicamente del ocaso de la descendencia humana ya no sólo en Occidente. Mientras que un nuevo flautista de Hamelín sigue con su melodía estéril vaciando nuestras calles del futuro de nuestra civilización, del sentido de la vida y, al cabo, del ser humano mismo.